Apple quiere poner freno a los Ultrabooks antes de que arranquen

Este pasado lunes Apple hizo una cosa muy poco habitual en la compañía: bajar precios. Aunque la cantidad no fue muy significativa,  solo 100 dólares, es todo un mensaje al mercado de los Ultrabooks, sus más directos competidores en el mercado de los portátiles: aunque la compañía de Cupertino se sitúa en la zona más alta de la gama, los ultrabooks, patrocinados con gran esfuerzo y recursos por Intel no son precisamente unos ordenadores baratos y en algunos casos juegan más en la liga del MacBook Air que en la de los “todo vale” por 500 euros.

La bajada de precios, en porcentaje, ronda entre los 6 y el 8% según los modelos. Lo curioso es que a pesar de que se han bajado los precios, se han añadido mejoras en todo el hardware de la gama: más procesador, mejores gráficas, más RAM y mayores discos SSD.

La última vez que Apple redujo precios, no obstante, fue a mediados de 2009, momento en el que lanzó los portátiles de la crisis, con descuentos de entre 6 y un 28% en los MacBook Air y MacBook Pro. Aquellas máquinas, muy ajustadas en prestaciones frente a la generación anterior, fueron la reacción de Apple ante una economía mundial en caída libre.

En la situación actual, bajar el precio 100 dólares y mejorar el hardware es toda una declaración de intereses. E incluso, de guerra. Está claro que Apple habrá considerado cada uno de los márgenes que le quedan por equipo, y para ella hubiera sido más fácil mantener el precio como hace siempre mejorando el hardware (y nadie hubiera dicho nada). Sin embargo, con esta bajada de precio, se ve a una Apple que ha sido capaz de recuperar la inversión hecha en equipamiento, procesos de fabricación y diseño para lanzarse a competir en su segmento (el premium) donde muchos fabricantes OEM piensan introducirse con los Ultrabooks, buscando desbancar el MacBook Air.

Los OEMs se han de enfrentar además con otro problema: junto con las bajas ventas que sus Ultrabooks están teniendo, son dependientes del software que gestionará esos equipos y en estos momentos Microsoft se encuentra embarcado en el salto entre Windows 7 y Windows 8. No es tampoco ninguna coincidencia que Apple haya situado un precio escandalosamente bajo para la actualización a OS X 10.8 Mountain Lion y la posibilidad de actualizar desde Snow Leopard: está claro que en esta carrera está dispuesta a empujar a un lado y a otro a cualquier competidor que suponga una amenaza para sus portátiles y su nicho de mercado premium. Si tiene que bajar el precio, lo bajará, y si debe mejorar el Sistema Operativo y ofrecerlo a viejos y nuevos clientes con un precio con el que Microsoft no puede competir, lo piensa hacer. Lo está haciendo, de hecho.

Los fabricantes de Ultrabooks, por otra parte, tiene aún que figurarse cómo hacer un portátil con las mismas características que el MacBook Air y rebajar lo suficientemente el precio para poder competir. Es evidente que las unidades más baratas, con limitaciones en el hardware y carcasas de plástico no son competencia para el cliente “modelo” de Apple pero aún así, el mercado de los Ultrabooks es mucho más estrecho en cuanto a diseño y prestaciones porque Intel así quiere que sea: le interesa el mismo modelo de negocio de Apple en el que se trabaja con el producto Premium frente a la gran producción de basura tecnológica de 500 euros y un par de año de vida.

Se espera que a lo largo del 2013 el precio del Ultrabook de base baje hasta los 699 euros, pero serán, de nuevo, unidades de mercado en la gama más baja y que no hace peligrar el nicho premium de Apple. Cualquier precio por encima de esa gama será inmediatamente comparado en prestaciones, diseño, servicio y calidades con el macBook Air y salvo que alguna empresa de una inesperada campanada, van a tener muy difícil competir con Apple en este segmento de valor añadido.