Ya tengo “una edad”. A lo largo de este casi medio siglo he vivido el salto a la Ciencia Ficción en la que ni se me podía pasar por la cabeza que podría volar a 12.000 metros de altura mientras sujetaba en mi mano un dispositivo casi tan pequeño como un paquete de tabaco capaz de conectarse a tres satélites y devolverme la información de mi ubicación mientras calculaba la ruta a mi destino, transmitía y recibía datos sobre el estado de mis contactos y visualizaba a tiempo real lo que estaba pasando al otro lado del mundo para rápidamente sincronizar mi opinión sobre ese hecho con otras personas de todas partes del planeta.
La Ciencia Ficción es así, mucho más discreta de lo que nos muestran las series de televisión y las películas haciendo que lo que somos como personas, nuestras ideas y sentimientos, se conviertan en algo mucho más global e incidiendo y modificando nuestra forma de pensar, cambiando la perspectiva de mi entorno conforme el entorno cambia la mía. La Ciencia Ficción realmente nos permite cambiar el mundo, aunque sea muy ligeramente, mientras nos cambia a nosotros.
Mis padres vivieron su propia Ciencia Ficción y me dejaron su propia versión de su legado. Más allá de las propias experiencias humanas del contacto personal y humano, nosotros como personas nos formamos en un entorno en el que hay una serie de elementos que han convertido en lo que somos.
De mi madre heredé, entre otros muchos libros, las Obras Completas de Enrique Jardiel Poncela (novelas) que devoré cuando tenía 15 años y me hicieron ver que el mundo que me rodeaba no solo había que tomárselo a broma en muchas ocasiones, sino que los humanos, con todos nuestros avances, seguimos siento en lo más íntimo iguales a los de anteriores generaciones, con las mismas esperanzas, las mismas flaquezas y cometiendo casi siempre los mismos errores. Esa parte de mi, burlona y poco apegada a creer en el pensamiento único y tradicional es la herencia secreta compuesta por una educación basada en libros, música y arte además de algunos otros objetos muy personales. Esa herencia además de modificar quien soy yo, explicaba cómo eran mis padres, el mundo en el que vivieron y cómo pensaban, de que reían o qué les hacía llorar.
No solo heredé esa información vital de mis padres, también de otras muchas personas de mi alrededor. Todos esos fragmentos durante estos años me han convertido en la persona que soy y me siento feliz por ello.
Llegados a este punto, empiezo a preocuparme por la herencia que dejaré a quien viene detrás de mi: algo que explique quien soy yo, por qué soy así y por qué considero que ciertos valores deberían traspasar mi más intima persona para conservarse en el receptor de la misma. Sobre todo porque el dinero o los ladrillos no definirán nunca mi vida (o quien era) y no influirán mucho más allá de darle a quien lo reciba una existencia algo más cómoda. Mi memoria simplemente no pervivirá si solo confío en entregar objetos materiales que no dicen nada de mi.
La ventaja de la Ciencia Ficción es que ahora esa herencia no solo puede ser mucho mayor, sino que cabe en mucho menos espacio. Mi enorme colección de vinilos, la música que me define como persona, ocupaba 12 metros y pesaba … ¿Una tonelada?. Ahora simplemente cabe en un pequeño ladrillo de unos pocos centímetros e incluso es mucho más grande de lo que fue cuando tenía una existencia física y real. Lo mismo con mi biblioteca de libros o películas. Y algunos miles de fotografías. Toda esa herencia es ahora más compacta, transportable y amplia.
Pero demos un salto.
Esta mañana, mientras daba mi paseo digital de los domingos, a través de Twitter he podido leer un artículo de Roberto Tomás Sánchez titulado “Mi Experiencia con Spotify Premium y porqué me ha convencido por completo“. No tengo ningún problema con el autor ni con el artículo, perdonadme, pero llegados a este punto de la Ciencia Ficción ha despertado mi necesidad de explicar que estamos perdiendo nuestra herencia para entregarla a servicios que supuestamente están creados para hacernos la vida más cómoda.
Me resulta un poco alienante transmitir una serie de listas de Spotify como herencia porque se positivamente que no tienen valor alguno: los artistas y las canciones desaparecerán de esa biblioteca y quizás hasta el mismo servicio no dure para siempre. Es una importante sensación de pérdida de quien soy y qué pienso que no podré transmitir. Todo aquello que ha compuesto mi persona, que me ha definido y que me ha acompañado en este viaje … “Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia“.
La Ciencia Ficción nos está dando una vida mejor. Eso es incontestable. Nos está modificando como personas y nos permite hacer una serie de cosas que nuestros padres o abuelos jamás soñaron de la misma forma que nuestros herederos harán cosas que ahora ni tan siquiera se nos pasan por la cabeza.
Pero somos responsables (y no solo en cierta medida) de dejar también parte de quienes fuimos y lo que aprendimos… y eso es algo que no quiero confiar a quien, sinceramente, no le importa.
Tienes toda la razón… Pero también dejarás a tus herederos un talonario y un número de cuenta. De algún modo, tenemos que vivir con la confianza en que ese dinero seguirá en alguna parte, o de lo contrario renunciar a dormir por las noches. Lo que está pasando con nuestra vid digital y la nube es muy parecido a lo que ha sucedido con nuestro dinero y los bancos. Nos guste o no, es difícil hacerlo de otra forma.
No obstante, por ahora aún podemos guardar copias de todos nuestros archivos en dispositivos cada vez más pequeños. No es necesario confiarlo todo a la nube. Y no es tan peligroso como tener el dinero en un colchón.
Creo que compartimos generación.
Saludos de otro espécimen de casi medio siglo. 🙂
Carlos, bonitas palabras y una madre muy sabia, la lectura es el mayor maestro del sabio.
Pero decirte, que da igual si dejamos legado o no lo dejamos legado o no, si mañana seras o no recordado, por que de igual forma (te remito a tus propias palabras): seguimos siento en lo más íntimo iguales a los de anteriores generaciones, con las mismas esperanzas, las mismas flaquezas y cometiendo casi siempre los mismos errores.
Precioso
Hace bien poquito (un par de semanas) mi santo y yo tuvimos una sensación parecida. Nos dimos cuenta de que nos estabamos empezando a olvidar de cosas que nuestros dos peques hacian/decian cuando eran todavía más peques, asi q decidimos hacernos un blog para nosotros y la familia, privado, donde hemos empezado tanto a escribir momentos familiares q no queremos olvidar, como a subir fotos de instantes inolvidables. Cierto es q hay plataformas como instagram para fotos, pero hemos querido tener un sitio donde recoger todo. Tanto para nosotros, como para nuestros peques. Pensamos q es la mejor herencia q les podemos dejar.
#4 nacu como os salgan los hijos analógicos, la herencia se pierde… os veo imprimiendo un libro luego con el blog 🙂 -por no hablar de cuando tengáis noventa años y la dentadura en un vaso y ya sólo os preocupe quién sale en (programa de variedades del momento)…
Yo todo eso ya lo tengo previsto desde que cogí un ordenador, y tengo varias copias locales de todo (que no es ni 20 GB, procuro que sean los menos vídeos posibles) y una en la nube por lo que pueda ser. La música que yo tengo es una selección mía de todo cuanto he podido escuchar, son parte de esos 20 GB. Las fotos procuro que no sean demasiado grandes y que sean fotos que uno pueda ver con los años, no que sean todo fotos de lugares sin gente o 200 fotos de un cumpleaños, con un par de fotos de paisajes sin conocidos en un viaje y unas 5 por cumpleaños por así decirlo. Tengo escaneadas todas las fotos familiares anteriores a las digitales habidas y por haber. Y tengo un documento en Numbers con una selección de películas que considero que mis hijos no deben perderse, y con eso me quito de tener TB en películas.
angel, pues asegúrate de grabar y dejar a buen recaudo a estos políticos nuestros, como construyeron en 25 años lo que destruyeron en 5 y así nuestros hijos, nunca vuelvan a permitir a que vividores como estos dirijan un país y lo que es peor, sus vidas.