La columna de Alf: los Otros

En diversos soportes ha habido polémica recientemente respecto a la virtual “comunidad de usuarios Mac”. En Macworld, en Macuarium, mucha gente se ha pronunciado al respecto. Durante varios meses Campusmac ha sido la prueba definitiva de que la tal “comunidad” no es más que un espejismo provocado por la sed de pertenencia a un grupo de “elegidos”. Y sin embargo, ahora estamos en Mollina…

Nos hemos reunido aquí gentes llegadas de todas partes de España. Unos han recorrido una cantidad absurda de kilómetros, otros han zigzagueado por la geografía de la península, como borrachos del Mac, bien para encontrarse con, o recoger a, otros “maqueros”. Algunos han cargado sus vehículos con máquinas como si se tratara de armamento necesario para defender la plaza; muchos se han presentado con el portátil en su mochila, junto con su ropa y sus zapatos,… una seña más de su identidad. Y otros, los menos -pero los hay- han venido sin equipo, simplemente porque querían ver qué era esto de Campusmac (y ahora juran que el año que viene se traen ordenador caiga lo que caiga ;-).

Llevamos dos dias de encuentro; no deja de llegar gente, como si de una peregrinación se tratara. La excitación crece a medida que pasan las horas. Las caras de la gente demuestran que -hasta ahora- no han sido defraudados, y que los miedos, incertidumbres e inseguridades que todos traíamos ante esta experiencia primeriza, se disipan a la misma velocidad a la que se suceden las conferencias.

No puedo negar que como organización, están siendo días grandes. En estos meses hemos dedicado muchas horas, gastado bastante dinero, y puesto caudales ingentes de fe en la convicción de que perseguíamos un fin superior que hacía que todo mereciera la pena.

Las caras de los que han venido hasta aquí repiten una y otra vez el mismo esquema: sorpresa por las instalaciones, emoción al encontrar tan largas mesas llenas de Macs, y satisfacción por verse aquí, en Campusmac … ¡por fin!

Sin embargo, a lo que nadie puede sustraerse es a la magia de lo que comentaba hace poco en la columna que dediqué a Christian, el ángel de la guarda de este Campusmac. Es inevitable descubrir que detrás de cada máquina hay una persona. En cada puesto hay alguien con una historia, con una experiencia, radicalmente diferente a la del resto, y abrumadoramente enriquecedora. Estoy convencido que es un descubrimiento íntimo, personal y regocijante que todos llevamos dentro y que es quien pinta la sonrisa permanente en nuestra cara.

Hablar, compartir, contrastar… sentarse varias veces al dia (es inevitable comentarlo 😉 a la misma mesa,… retirarse a la habitación a las mismas indecentes horas… ver películas juntos,… (ahora que pienso ¿cuánto tiempo hace que no hago esto con mis amigos de “diario”?).

Todos los que estamos aquí sentimos que pertenecemos ahora a una comunidad. pero es una comunidad que no pende de un site, de una revista, o de un sistema operativo. Es una comunidad que se basa en la convivencia, en el respeto a la realidad del que tenemos enfrente, y en la honestidad de lo que sabemos y lo que ignoramos.

Realmente creo que la comunidad de Campusmac se fundamenta en una de esas cosas de las que ya no podemos hablar en público porque se reirían de nosotros, tachándonos de lilas, ñoños, membrillos,… nuestra comunidad se basa en que queremos ser felices. (Quiero ser feliz). Y, entre otras muchas cosas, el Mac nos hace felices…

Ya lo he dicho ¿Quién va a ser el primero que me llame nenaza?

Seguiremos informando

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