Apple Expo París 2006: Cartas desde París, V

ALF_portrait.jpgYo creo que en las habitaciones de hotel hace siempre tanto frio porque el personal duerme calentito en sus casas. Si tuvieran que despelotarse en una habitación de su hotel seguro que se convencerían de que tienen la refrigeración demasiado alta.

Ahora que lo más dificil ha pasado, me doy cuenta de lo agotadora que resulta la tensión, incluso aunque la carga real de trabajo haya sido proporcionalmente pequeña con respecto a la que realizo en un día cualquiera. Me duelen los hombros de llevar la mochila encima todo el día, me duelen las piernas de andar -no hay moqueta que amortigüe ocho horas de pié. Y me duelen las ideas de estar a solas conmigo mismo.

Para viajar a lugares donde no se conoce a nadie hay que tener vida interior, porque si no, se puede hacer muy cuesta arriba, sobre todo el silencio. Levantarte sin decir buenos días, acostarte sin decir buenas noches. Desayunar sin decir que aproveche. O estornudar y que nadie te diga ¡Salud! No es ni bueno ni malo. Es la vida. Y hay que valer. Conozco muchos que no valen. A mi no me importa, aunque sea consciente de mis carencias, la verdad es que me gusta viajar.

La cama es doble y tiene dos almohadas cuadradas, una colcha con unos colores sólo aptos para no verlos. No hay minibar, ni armarios con puerta, sólo estanterías. Al menos las perchas son corrientes, porque he estado en otros que se cuelgan de una especie de alambre acabado en una bola que a su vez se introduce en una guía fija que son para arrancarlas de cuajo de los nervioso que me ponen. No he encendido la televisión ni un momento, porque los ratos en la habitación los he pasado o escribiendo o leyendo. Y tampoco pienso que me haya perdido nada. Estoy casi seguro de que si la hubiera encendido estar cartas no existirían, tal es el poder de absorción de esa caja negra.

Tampoco he puesto música ni una vez en estos días. Aunque de esto me he dado cuenta cuando he encontrado un archivo musical en mi ordenador y lo he reproducido. ¡Me he dado cuenta de la capacidad para llenar que tiene Frank Sinatra! ¡Y lo bien que va con París! Pero para escribir hace falta tiempo, y concentración. Y la música me quita las dos cosas, aunque me pese. Así que en la habitación, silencio monacal.

Me meto en la cama y pongo el despertador como los días anteriores, porque no quiero despertarme a las tantas con la sensación de haber perdido el tiempo. Sigo siendo igual, me preocupa tenerme que sacar los colores yo mismo por perezoso. Acabo mi libro, apago, buenas noches y hasta mañana.

Me despierto sobresaltado. ¿Qué hora es? Anoche en vez de retirar la cortina con sus espectaculares vistas al sueño eterno, la dejé tapando la ventana, así que la actividad matinal no me ha despertado como los días anteriores. ¡Son las 10 de la mañana! He dormido de un tirón, sin sobresaltos ni interrupciones. Pero ahora estoy agobiado. No sé por qué, pero estoy agobiado.

Mi avión sale a las veintiuna treinta de la noche, así que tengo un montón de tiempo para decidir qué hacer. Por un lado puedo ir a la feria a ver si consigo pillar a ese pesado que no se le cae el stand encima y que ojalá que alguien mande un informe sobre sus actividades y se den cuenta que el tio ha venido de vacaciones a París. Pero por otro lado, la perspectiva de ir cargado todo el día no sólo con la mochila del ordenador, sino también con la bolsa de la ropa (y todos los folletos, catálogos, propaganda, dvds y cds que me han ido dando en estos días) me echa bastante para atrás. Y el hotel está suficientemente lejos como para no plantearme volverme desde la feria para recoger la bolsa. Es la bolsa la que me obliga a descartar también el día de turismo que tal vez podría tomarme. Cuando venga a París de turismo será con consciencia y ligero de equipaje, no con toda esta tramoya para pasearla arriba y abajo del Sena.

Para pasar la mañana perdiendo el tiempo, prefiero volver a la feria. Hace un día esplendoroso, soleado y cálido, que incita al paseo diario hasta la parada del autobús delante de la ciudad universitaria. Al entrar en la feria descubro que hay un guardarropa que por unos módicos 2 euros por bulto te guardan lo que les dejes. Así que me deshago de la bolsa de la ropa. Todo el que tiene un portátil bueno (o al menos con el que se ha encariñado) entenderá que la posibilidad de dejar la mochila en el guardarropa ni siquiera se baraja, porque no, porque es parte de mi y no sé qué diablos haría si se perdiera, nunca nos había pasado, qué mala suerte, pero la feria no se hace responsable, que lo pone ahí bien clarito.

Mi ordenador y yo somos uno. Sé cuándo está cansado y necesita reiniciarse. Sé cuándo le pido mucho y él sabe cuándo necesito que todo vaya rápido. También sé que esto es freudiano, pero él y yo somos felices así. ¿Me preguntas que qué ordenador uso? Un Mac, por supuesto. Nunca he oído a un usuario de PC o Windows desarrollar esas filias con una máquina. Es posible que sea algún tipo de patología, pero creo que si eso me hace amar mi trabajo hasta el punto que amo hasta las herramientas que utilizo, me beneficia más que me perjudica. Y si no lo entiendes, lo siento, pero hay muchos como yo, que sienten lo mismo que yo.

Ahora paseo por la feria como el que ya no tiene nada que ver con ella. He estado dos días concentrado en sacar el máximo partido, y en cambio hoy me siento como si mi mente no tuviera ninguna conexión con este sitio. Voy con desgana a rematar los dos que ayer se escaparon vivos, y me cobro una pieza más. Pero al último, el de siempre, no le pillo. Peor para él… o ya nos veremos el año que viene.

La última visita me suelta el rumor de que esta puede ser la última Apple Expo de París (supongo que quieren decir que dejará de ser una feria “Apple” y pasará a ser como la de Londres o Alemania). En cualquier caso, me entristece pensar que Apple pueda dejar Europa sin una celebración anual de seguir viva. Cómo hemos cambiado desde los tiempos de los evangelizadores y los grupos de usuarios a ahora, donde nada importa más que los productos y las ventas. Ya veremos qué nos depara el año que viene. También sería posible que, como le sugerí hace años a Paco Lara la hagan itinerante, y que cada año se celebre en un país. Pero no me lo creo. Yo creo que, al igual que los franceses con lo suyo, Apple es profundamente norteamericana (en el sentido más provinciano de la palabra), y considera que el resto del mundo es una mancha difusa que puede controlarse mirando sólo cifras y tomar decisiones sobre ellas, sin atender a subjetividades.

Me encamino a la sala de prensa, a disfrutar de la conexión a Internet, a saber cómo va el mundo y a enterarme de las novedades. A hablar con casa un poco, a decir que ya voy, que ya queda poco. Abro el maletín del ordenador y saco el billete de avión, esa hoja impresa por mi hace más de un mes, que me ha estado acompañando todos estos días y me la meto en el bolsillo de atrás para tenerla a mano. Es la última. Parece mentira pero finalmente todo ha salido bien. Me gusta viajar porque me recuerda lo pequeño que es mi mundo en realidad, y lo insignificante de mis manías, mis rutinas, mis preferencias. Me hace ser consciente todo lo que me estoy perdiendo, de que no hay una verdad y de que puedo ser feliz en muchos lugares distintos.

A las cinco de la tarde decido que prefiero no arriesgar y me pongo en camino. Aunque en el párrafo anterior haya puesto lo dicho, sigo con mis inercias de pensar que las cosas fuera “serán como en España”. Y me meto en el metro, pensando que con un plano se puede llegar a cualquier a parte. Salvo que el plano esté equivocado o anticuado, claro. Miro fijamente dónde estoy y dónde quiero llegar. Encuentro una zona donde se cruzan las líneas y me pongo en camino.

Mañana te cuento lo que me pasó.

0 0 votos
Article Rating
Subscribe
Notify of
8 Comments
Oldest
Newest Most Voted
Opiniones Inline
Ver todos los comentarios
Anónimo
Anónimo
17 years ago

vaya rollito que estás soltando, que tienes que desgranar cada minuto de tu viaje ¿es la primera vez que viajas?

Anónimo
Anónimo
17 years ago

¿En serio te gusta viajar? Porque las descripciones son en plan Paco Martínez Soria y la ciudad no es para mí 😛
Te veo disfrutando poco del viaje.

Anónimo
Anónimo
17 years ago

Es que esta Feria “Manzana” estaba llena de gusanos y se comieron las manzanas..

Y no habia noticias interesantes.

Anónimo
Anónimo
17 years ago

Ayer fui a comprar al Mercadona. Cuando atravesé esas puertas que se abren solas, comprendí que mi mundo es pequeño y que había todo un mundo de posibilidades dentro da las latas de anchoas y botes de cacao marca Hacendado…¿qué me deparará mi destino dentro de unos minutos cuando, tras dar tres vueltas por la sección de congelados, encuentre esas tortillas de papas tan exquisitas que sólo ellos saben hacer?¿las habrán retirado del mercado por haber alienado el paladar de solteros como yo?¿conseguiré el teléfono de esa cajera buenorra? Mañana os cuento lo que me pasó al pedírselo…

Anónimo
Anónimo
17 years ago

Espléndido Alf.

Un gustazo leerte. Me resulta parecido al gustazo de escuchar un Podcast.

Lo del peligro de que lo de París deje de llamarse “Apple” Expo París y se quede en París Expo sin “Apple” lo he comentado con un amigo.

Esa posibilidad es muy posible y me apena bastante.

Anónimo
Anónimo
17 years ago

A quien no le guste que no lo lea…
Tan simple y tan efectivo.

Anónimo
Anónimo
17 years ago

una magnífica crónica 😉

Anónimo
Anónimo
17 years ago

“A quien no le guste que no lo lea…”

¡Y cómo sabes que no te gusta si no lo lees!

8
0
Me encantaría saber tu opinión, por favor, deja un comentariox
()
x