Apple Expo: El dia en que salió bien todo lo que tenía que salir bien.

Como dice el refrán, lo mejor de todo es que el sol sale cada dia.

(Viene de aquí)

Aquí estoy, apurando los minutos mientras espero a Paco Lara para irnos al hotel. Después de un día tan poco afortunado, no puedo pensar en nada y simplemente me dejo llevar.

Paco viene, encantado porque también ha acabado su labor en el están de Apple y nos marchamos. Camino de la indescriptible cola para coger el taxi, me informa de que al día siguiente los periodistas españoles vamos a participar en una reunión privada con los jefes de producto de las novedades presentadas. Es decir, nos espera una reunión con los responsables de los PowerBooks y de los teclado y ratón.

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¡Caramba! Una reunión a la que sólo acudimos los tres periodistas españoles (Daniel de Blas de MacWorld, Juan Diaz de TodoMac y yo mismo por faq-mac.com) junto con un sueco… y tenemos toda la noche para confabularnos. Eso animaría a cualquiera. Parece que después de tocar fondo, la situación mejora.

Finalmente estamos en la cola de los taxis. Me parece increible que en la salida de un recinto ferial no haya taxis esperando de forma constante para llevar pasajeros. Pero aquí es así. Coger un taxi es como ir a sacar entradas para Joaquín Cortés.

Paco me dice que, además, en la conferencia de mañana vamos a tener una sorpresa. Pero no dice nada y me mira desde detrás de sus ojos con la cara del que sabe que te va a encantar. Esto me gusta.

Para los que se hayan olvidado, hemos salido de la feria para acudir a una velada que Apple ofrece a los periodistas en el Museo D’Orsay (en el cual me extenderé cuando lleguemos ;-). Vamos camino del hotel para cambiarnos, ponernos presentables y atender el cóctel.

Pero pasa media hora y la cola de personas que tenemos delante para coger un taxi -y presumiblemente hacer lo mismo que nosotros- no se ha movido. Yo me empiezo a poner otra vez nervioso… con el dia que llevo prefiero no pensar en las alternativas.

Alguien en el principio de la cola le hace una seña a Paco Lara. Le conozco. Es el francés que nos dió la bienvenida cuando llegamos al hotel, hace ya… puff, fue ayer. Parece increible que no llevemos aquí ni 24 horas. Paco se adelanta para hablar con él y me deja a cargo de su bolsa. Gesticulan, pero no oigo nada.

Finalmente, Paco se vuelve y me hace una señal. “Nos cuelan” -me dice. Como ellos son cinco, parten el grupo. Una mujer se queda con nosotros, y los cuatro hombres se montan en el taxi.

La mujer lleva una camisa blanca, pantalones milrayas con unos zapatos negros brillantes y extremadamente puntiagudos. De esos que se clavan si la ocasión lo require. Es un extraño atuendo para ir a una feria, pero te acostumbras a no preguntarte por lo que ves, sino que lo aceptas sin más. Milagrosamente, han llegado dos taxis, así que no hay tiempo ni para saludarnos. Arriba que hay prisa.

Paco Lara se sienta delante. Detrás vamos la mujer y yo. En un taxi y con una extranjera, a la salida de una feria, con todo el cansancio del dia, lo normal es que claves la vista en el tráfico y no intentes establecer conversación. Cada uno se sumerge en sus pensamientos. Y eso es lo que hago.

De repente, la mujer empieza a hablar. Se presenta. “Hola, soy Natalie”. “Hola, soy Alf”. “¿De dónde eres?” “De Madrid, ¿y tu?” “De Cupertino, California”.

De repente no estoy cansado y me interesa hablar más a mi que a ella. “¿De Cupertino? ¿Cual es tu trabajo en Apple?” “Soy la responsable de comunicación del departamento de Phill Schiller”

Dios mio, estoy sentado en un taxi con la responsable de comunicación del márquetin de Apple. Me siento como un imberbe al lado de un gurú. Me dan ganas de preguntarle si puedo darle mi curriculum por si alguna vez necesita alguien para llevarle el café, el abrigo o cualquier otra cosa que desee la señora.

Me pregunta por la keynote y le respondo que ha estado bien, pero que todos hubiéramos agradecido un reconocimiento de la situación en Europa, por ejemplo, de la iTunes Music Store. Ella me responde que es que todavía no la tienen lista y que están trabajando en ello… le respondo que si, que vale, pero por lo menos hacer mención. La realidad es que quieren lanzar primero la iTunes Music Store para Windows en Estados Unidos y el resto vendrá después.

Me fijo con atención. Está claro que a Natalie (permíteme que te tutee 😉 le apasiona su trabajo, pero también su cara anuncia que el dia que lo tiene malo o tu no has dado la talla, puede hacértelo pasar realmente mal. Me doy cuenta de que mataría por trabajar con ella.

Me pregunta que si tengo un iPod. Le digo que no, que yo casi siempre voy conduciendo el coche y no tengo posibilidad de utilizarlo. Ella me responde que desde que lanzaron la promoción del iPod con VolksWagen las ventas de ese modelo de coche han subido. “La gente se compra el coche para tener el iPod -me dice-. No lo entiendo” y sonríe.

“En Estados Unidos da igual el producto que lancemos. Los medios de comunicación sólo quieren hablar del iPod, la iTunes Music Store e iTunes para Windows. El G5 les da igual. Siguen pensando que lo que más mola (cool) es el iPod. ¿Qué te parece el iPod?”

“A mi me parece bien, pero creo que necesita un micrófono para grabar. Entonces si que sería un periférico completo -le suelto yo. No se si espera que le ponga alguna pega al iPod, pero me responde: “Creo que están trabajando en ello, es posible que en algún momento salga un iPod así”.

“Aunque sea como accesorio, como los de los móviles, con pinzita para sujetarlo-apostillo”.

Ya no aguanto más. Me abalanzo sobre mi cartera y saco una tarjeta de visita. Se la extiendo “Sólo por el placer de saber que te la he dado” -murmuro mientras se la tiendo. Ella me mira sin comprender muy bien y suelta una pequeña exclamación. “Por supuesto, aquí tienes la mia”.

Prueba superada. Mientras tanto el taxi sigue su peregrinación en la marejada parisina, miro la tarjeta…

“Natalie Sequeiro… ¿tienes familia española o portuguesa?”

“Es brasileño y es el apellido de mi ex-marido”

“Glups”

Vuelvo a mirar por la ventanilla. Parece que a ella no le ha importado mucho, y sigue hablando de que de ahí le viene su afición por el fútbol, por la selección brasileña, el disgusto que se llevó cuando perdió en los Mundiales contra Francia, etc. Yo le digo que si quiere ver a los brasileños, la mayor parte de ellos juegan en la liga española. Ele ahí.

Desgraciadamente hasta el tráfico inmundo de París se mueve, y hemos llegado al hotel. Le ayudo a bajar la maleta y despedida con un “ya nos veremos” (ojalá, sniff).

El mundo real me reclama. Pitando a la habitación a ponerse como un pincel que nos vamos a la mayor concentración de pintura impresionista de la tierra. ¡Guau!

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En el Musee D’Orsay coinciden en grandiosidad tanto el contienente como el contenido

Lavado y con la muda limpia nos encaminamos ¡otra vez! a coger un taxi. El empleado del hotel encargado -con escaso éxito- de atraer taxis nos dice que ns metamos dentro y cuando estemos sentados le digamos al conductor el destino, porque si no le parece bien, no nos coge…. ¡caramba con le taxi!

Describir el contenido del Museo D’Orsay es difícil. Es mejor que visiteis la web, aunque es evidente que no hace justicia a lo que atesora. Todos los nombre y cuadros que estamos hasta las orejas de ver en libros, están allí: Monet, Degas, Renoir, Toulouse Lautrec, Van Gogh, Manet, Cezanne,… ¿es necesario seguir? ¿Cuánto tiempo hay que pasar en ese museo para decidir que ya has visto todo? Añade a todo eso que lo abren especialmente para nosotros, con guías que te explican lo que ves…

Paseando por sus pasillos puedes explicar prácticamente toda la modernidad: el abstracto, la fotografía, el cine, … y buena parte de la postmodernidad. Ni que decir tiene que el cóctel acaba de pasar a un término secundario (tan secundario que ni siquiera me voy a personar en la sala, ¡y eso que al entrar me he cruzado con Jon Rubinstein -luego me enteré que estaba hasta el mismísimo Jobs) Pero el arte no es moneda de cambio 😉

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Si vais por el museo y mirais con atención en algunas paredes, descubrireis la marca que han dejado mis uñas (y las de algunos camaradas más) al intentar arrancarnos de nuestro éxtasis artístico. El caso es que tanto a los que han ido al cóctel como a los que hemos disfrutado de la breve visita al museo, nos ha dejado insatisfechos, así que ponemos nuestros pies rumbo al primer restaurante que encontremos para consolarnos.

Magnífica cena, mi espíritu por fin late reconfortado. Y mañana tenemos una entrevista cuasi-exclusiva.

Además, la charla se aleja de la tecnología y se adentra en la soledad de la sociedad moderna, en la cartas escritas a mano que ya no mandamos y en cómo desaparecen los amigos de verdad, sustituidos por la vanalidad de la inmediatez del correo electrónico. Ya no compramos felicitaciones de navidad, ya no pensamos lo que vamos a decir antes de escribirlo, no nos molestamos en firmar o en hacer buena letra o en personalizar los mensajes… así, ¿cómo podemos decirle a alguien que realmente le tenemos (queremos) más cerca que al resto?

Qué buena conversación, qué buena comida y qué buena compañía.

Verdaderamente, el dia no podía acabar mejor.

Vuelvo a mi habitación. Mi móvil sigue en paro cardíaco, pero ya empiezo a acostumbrarme. Ya no me parece tan grave. Me tomo unos minutos de reflexión para pensar qué preguntar mañana y las anoto mentalmente.

Buenas noches.

Suenan los despertadores. Esta vez no me he enterado, y tengo que hacer la maleta y dejar el hotel antes de desayunar. Prisas. Repasar todo. La biblia y las páginas amarillas por esta vez las dejo :-P. Ducha. Ropa. Grabadora. ¿Tiene pilas? ¿Está la cinta colocada correctamente?

En el hotel han habilitado una zona para que los appleleros desayunen tranquilos y aquí nos encontramos el grupo de españoles cada mañana. Esta mañana ya todos tenemos un aspecto muy perjudicado.

Huevos, salchichas y café, todo a la vez. No hay tiempo que perder. Y tenemos que coger un taxi ¡Maldición! En la puerta se nos suma el sueco que nos acompaña. Se sube al coche, nos pregunta de dónde somos y a qué distancia está París de nuestra ciudad, comenta que entonces igual que de la suya y se cae dormido. Pero dormido como un tronco. Cuando llegamos, le despierto con un sutil codazo, le digo que hemos llegado, me dice que si y sigue durmiendo. Le doy otro codazo menos sutil y le digo que tiene que bajarse. Esta vez si se ha despertado y casi se tira a la calle al abrir la puerta ¡estos bárbaros! 😉

Llegamos a la Expo y las puertas están cerradas. El sueco se pone a aporrear una para que le abran. Está hecho un vikingo. Por supuesto pasan de él. Finalmente, con mucha decisión y cara de “ye ne compré pá”, nos colamos con la vista al frente por la entrada para los “VIP”. Nos identificamos como los que tienen el encuentro y nos conducen por una eternidad de pasillos y escaleras. Daniel comenta que sólo les falta taparnos los ojos para que no recordemos el camino, y no le falta razón.

Misteriosamente, el sueco ya está allí, y Juan Diaz, y un francés que -como casi todos- va a su bola. Ya estamos todos. Nos indican el camino, entramos en una sala. Phil Schiller está allí. ¡¡¡Phil Schiller!!! Ese que vemos en los videos hablando y moviendo los brazos.¡El padre del márquetin de Apple! Ahora recuerdo la cara de Paco Lara y me explico su regocijo interior.

Es más bajo de lo que parece y tiene el perímetro que aparenta ;-). Evidentemente, detrás de él están los jefes de producto, pero ya no se atreven a abrir el pico a no ser que el súper jefe se calle. La mujer de los portátiles de vez en cuando dice algo, pero lo dice muy bajo para que en ningún caso se pueda pensar que pretende ser más lista que Schiller. El (pobre) hombre del teclado y el ratón bluetooth se limita a asentir o negar con la cabeza, según el contexto. Eso si, lo hace con mucha convicción. (Para que figure en la ficha, diré que los jefes de producto eran Sandy Green y Scott Brodrick).

En próximos dias os ofreceremos la transcripción de la entrevista con Phill Schiller, así que no me extenderé. Simplemente añado que detrás de cada producto hay una respuesta y varias razones, y que pueden o no compartirse, pero no son disparatadas ni caprichosas.

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Schiller se emociona ante la nuca de Daniel de Blas. foto cortesía de Juan Diaz

En cuanto nos han dejado acercarnos a ver los nuevos productos, me he ido a un portátil y he sacado la ventana de Acerca de este Mac: los portátiles llevan la 10.2.7, así que tendremos una actualización del sistema en cualquier momento, que supongo incorporará los drivers bluetooth. Por cierto, que el teclado y el ratón son opcionales, así que a los que suspiramos porque hasta los monitores sean inalámbricos, vamos a tener superávit de megateclados y ratones blancos.

La entrevista es rápida, corta, precisa, insuficiente… quiero más. Le quiero para mi sólo. Pero alguien detrás de mi, como en los exámenes de ciencias, proclama que el tiempo se ha acabado y que pase el siguiente. Intentamos hacernos los remolones, pero no hay más tu tia. Supongo que Phill Schiller se metió en alguna cabina a que le dieran un masaje, a refrescarse y a prepararse para el siguiente asalto. Ha lidiado el toro con casta. El francés se ha empeñado en decirle que el ratón tenía que tener más botones una y otra vez, hasta que Phill (a ti también te tuteo, con tu permiso) se ha limitado a encogerse de hombros y no decir nada más.

A cualquier cosa que se saliera del guión responden la canción (no se si la venden en la iTMS) “no hablo sobre productos futuros”.

Salimos de la entrevista contentos. Somos conscientes de que esto ha sido una rara excepción. No sólo no se prodigan los superjefes en estos encuentros con la prensa, sino que nos consta que Phill Schiller no ha estado en otros de esta misma Apple Expo. Así que es un honor que decida que la audiencia española merece escuchar su verbo (y lo pienso así).

Quedan un par de horas para recorrer la feria. Ahora estoy en plena forma, se me sale la adrenalina. Me voy con Juan Diaz a recorrer esos estáns de la Expo (por cierto, ya no puedo dejar pasar la mención al incalificable look de Juan Diaz, con unos bigotes del manito que liquidó a Juan Valdés por un quítame allá esos cafetales). Juan ejerce de maestro de ceremonias y me va mostrando lo más relevante. La verdad es que hay tal actividad comercial que -algo que ya se por experiencia propia- nadie está como para atender a la prensa. Así que dejo la tarjeta y a por el siguiente.

Ahora me falta tiempo. Nos tenemos que ir. Correcto. Hay que coger un taxi. Volver al hotel. Comer. Sacar la maleta de la consigna. Taxi. Aeropuerto. Volver. Este cuento se ha acabado.

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En el avión le hacemos una demostración a una de las chicas de revista de PC (saludos Cristina 🙂 de Soundtrack (una revisión en faq-mac.com dentro de nada), y aunque es evidente que funciona de forma similar a tantos otros, le llama la atención lo armónico del aspecto. Pero en realidad ya no estamos para más jarana.

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Todos apoyamos nuestras cabezas en el respaldo y nos dejamos llevar por el ruido del motor. Antes de darnos cuenta, estamos llegando a Barajas. Besos. Despedida. Cierre. Hasta otra. Quiero volver. Siempre.

Seguiremos informando.

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Anónimo
Anónimo
20 years ago

Felicidades por el reportaje. He sentido como si hubiera estado allí.

Anónimo
Anónimo
20 years ago

como me rei con el vikingo
demasiado gracioso

excelente reportaje
no he leido nunca uno igual
me parecio tan breve, pero en el buen sentido, por que en realidad es larguisimo, pero hablas de tantas cosas.
que bueno lo de Schiller, se porto muy bien con vosotros por lo visto

Anónimo
Anónimo
20 years ago

colega tenia tanto tiempo (5 dias?) sin encontrar al realmente bueno para escribir y hoy no tuve ninguna duda que reseñar tus dos historias era lo mejor que podia hacer en mi blog, me la pase tan bien leyendolas, deberias dedicarte a atender a conferencias y reseñarlas en blogs, felicitaciones alf.

Anónimo
Anónimo
20 years ago

Excelente escrito… ¡Bravo!

Anónimo
Anónimo
20 years ago

Alf, tus crónicas han sido sencillamente geniales y magistrales. Enhorabuena

Anónimo
Anónimo
20 years ago

Alf recuerdame que te pase mi tarjeta 😉

Que envidia! 😀

Miguel

Anónimo
Anónimo
20 years ago

Excelente

Anónimo
Anónimo
20 years ago

Alf: im-presionante.
Tu verbo y la historia.
Un abrazo.

Saludos,
silta

Anónimo
Anónimo
19 years ago

me parecio un excelente reportaje felicidades

Anónimo
Anónimo
18 years ago

htyjuj

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