Adelantar trabajo es esencial: si somos lo bastante productivos, podemos rápidamente sacar tareas que tenemos previstas para realizar en días posteriores y llevarlas adelante. Esto no es ningún misterio. Sin embargo, el adelanto de trabajo es un problema cuando usamos una estructura de organización pensada en horas y esto implica queso teníamos pensado realizar esta columna mañana entre las 7:30 y las 8:30 de la mañana y a partir de esa hora realizar esa tarea, vamos a tener una hora muerta en la que podemos abordar otro proyecto, pero se nos quedará corta o larga según se mire para enchufar allí otra cosa.
Precisamente, si vamos a adelantar trabajo, hemos de tener en cuenta ese tiempo que vamos a dejar libre para otras tareas y ver qué vamos a meter allí y si será suficiente el tiempo para cumplimentarla o hay que mirar adelante o atrás alrededor de esa tarea para ver si podemos adelantar también ese trabajo y dejar suficiente espacio en tiempo para la tarea que queremos asignar en ese lapso.
Muchas veces, al final, adelantar cierto tipo de tareas no acaba siendo productivo: dejamos un tiempo muerto para mañana que no podemos aprovechar para otras cosas y debemos organizar y reestructurar el día de forma mucho más global para poder inyectar esa nueva tarea que tenemos que realizar, siempre en tareas consecutivas para disponer de esas 2, 3 o 4 horas necesarias para esa tarea de mañana.
Y sí, mañana tengo un fregado importante y además de adelantar esta columna, estoy corriendo con otros temas para poder tener la mañana mucho más despejada.
¿”Estonio es ningún misterio”?
Quizá no sea tan buena idea adelantar trabajo el domingo 😀
Es broma, yo también lo suelo hacer.