Cae el mito de las cremas contra el envejecimiento

Una actriz sonriente y de aspecto juvenil para su edad que anuncia una crema contra el envejecimiento cuyos fabricantes aseguran que encierra el secreto de la eterna juventud; es un recurso publicitario tan trillado que ya apenas llama la atención en una época en la que la mayoría de los consumidores ve con escepticismo el maremágnum de lociones y pociones que se les ofrecen.

Y ahora los escépticos de toda Europa podrán confirmar sus sospechas gracias a un nuevo estudio financiado con fondos europeos y realizado por un equipo internacional de investigadores.

En un artículo publicado en la revista Nature, científicos de Francia, Alemania, Hungría, Reino Unido y Estados Unidos exponen pruebas de que ciertas proteínas que se creía que alargaban la vida considerablemente en numerosos organismos en realidad no repercuten en la longevidad de los animales.

Según sus creadores, las cremas antienvejecimiento actúan sobre los genes que producen dichas proteínas, llamadas sirtuínas. En la industria de la belleza muchos creen que los genes que codifican las sirtuínas, descritos a menudo como los «genes de la longevidad», son activados por el resveratrol, un fármaco derivado de plantas que se encuentra en concentraciones marginales en el vino tinto. Pero una nueva investigación ha demostrado que esta creencia carece de fundamentos sólidos.

El estudio fue respaldado por subvenciones por valor de 10 699 805 euros y 10 millones de euros concedidas, respectivamente, por medio de los proyectos PROTEOMAGE («Análisis funcional de mecanismos del envejecimiento conservados durante la evolución en relación con el análisis avanzado del proteoma») y LIFESPAN («Integración de la investigación en el desarrollo y el envejecimiento»). Ambos proyectos estuvieron amparados en el área temática «Ciencias de la vida, genómica y biotecnología aplicadas a la salud» del Sexto Programa Marco (6PM) de la UE.

Las sirtuínas se habían relacionado con el envejecimiento y la longevidad de la levadura, el gusano nematodo y la mosca de la fruta, organismos utilizados habitualmente como modelos de la biología del envejecimiento humano. Se había informado que, cuando los genes de estos organismos superproducían sirtuína, su vida se prolongaba de manera considerable. En el caso de los nematodos, hasta en un 50 %.

El estudio ahora publicado ofrece pruebas casi concluyentes de que el incremento de la longevidad animal observado en los experimentos anteriores en realidad no guardaba relación con la función de las sirtuínas.

Uno de sus autores, el Dr. David Gems de la Universidad de Londres, examinó en primer lugar dos variedades distintas de nematodo, cada una procedente de un estudio anterior distinto. Los gusanos se habían manipulado genéticamente para que los genes de las sirtuínas registraran una superactividad. Como estaba previsto, estos gusanos vivieron más tiempo que los que no se habían manipulado genéticamente, los gusanos de control.

Sin embargo, tras tomar precauciones para asegurarse de que la única diferencia entre los gusanos modificados y los de control consistía en la elevación del nivel de sirtuína, se descubrió que la longevidad desaparecía. Por consiguiente, la longevidad observada al principio debía ser el resultado de otros factores genéticos. En una de las dos variedades originales concretaron que debía tratarse de una mutación en un gen implicado en el desarrollo de las células nerviosas.

En palabras del Dr. Gems: «Se trata de resultados muy sorprendentes. Hemos vuelto a evaluar los experimentos clave a raíz de los cuales se relacionó las sirtuínas con la longevidad de animales, y aparentemente ninguno resiste un análisis a fondo. Lejos de ser la clave de la longevidad, parece que las sirtuínas no tienen nada que ver con una prolongación de la vida. Pero en mi opinión se trata de una buena noticia; al fin y al cabo, de cara a garantizar el progreso de la ciencia, revisar ideas antiguas puede ser tan importante como presentar ideas nuevas. Es de esperar que este trabajo contribuya a reorientar los trabajos científicos hacia los procesos que de verdad regulan el envejecimiento.»

Los investigadores examinaron también una versión transgénica de la mosca de la fruta, la Drosophila melanogaster, cuyo nivel de sirtuínas era mayor al normal. Este modelo transgénico había sido el objeto de una investigación anterior que, supuestamente, demostraba que la superactivación de las sirtuínas en la mosca de la fruta potenciaba la longevidad.

El equipo consiguió demostrar que la verdadera causa de ésta eran otros factores genéticos, y no los genes que codifican las sirtuínas.

Para más información:

University College de Londres (UCL):

http://www.ucl.ac.uk/

Fuente: Cordis

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Kuojido
Kuojido
12 years ago

Lo curioso de este apartado es que te das cuenta en la de chorradas que se saben y derrochan millonadas de dinero en comprobarlo, y encima demuestran al cabo de los años que esa investigación tampoco es válida por que otra a base de millones demuestra lo mismo con más bases, o lo contrario si les paga otro.

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