Soy padre, soy madre ¿dónde me informo sobre los peligros que pueden acechar a mis hijos por internet? por Marcos Casais

Hace algún tiempo una persona me llamó para pedirme consejo. Su hija, 12 años, llevaba algún tiempo relacionándose con otra menor extranjera mediante el Messenger. Las había puesto en contacto el colegio en un programa de intercambio que se llevaba a cabo en el centro y que estaba tutorizado por un profesor del mismo. Según pasaba el tiempo la menor extranjera iba contándole cosas muy especiales a la niña, entre las que se encontraba que el padre ejercía cierto tipo de maltrato físico sobre ella y su madre. La persona que me hacía la consulta me indicaba que la niña no quería que se lo dijeran a nadie, ya que temía una reacción más violenta por parte del padre. Un buen día, la niña le dice a su madre que vaya al ordenador porque la niña extranjera la está enviando unas fotografías y le pide que ella también se haga unas fotografías iguales y se las envíe. Las fotografías que la enviaba eran del torso desnudo de una menor a la que no se le veía la cara. Ante está situación, el hermano mayor de la niña, indagó en la conexión y descubrió que la IP que utilizaba la menor extranjera era la misma con la que se conectaba el tutor del colegio. Cuando fueron al centro educativo a informar de lo sucedido, había más padres quejándose de dicho individuo por acciones similares. El profesor desapareció del centro, sin saberse qué fue de él.

Es un caso real, que ocurre con más frecuencia de la deseable y que, gracias al comportamiento de la niña y de su hermano, los padres pudieron controlar lo que estaba ocurriendo y denunciarlo. Pero desgraciadamente, no es el caso más común. Hoy en día los menores nacen con la tecnología bajo el brazo, antaño era un pan, y eso les hace unos adictos a la tecnología. Son esponjas, aprenden rápido, son curiosos, insaciables e incansables. Los padres o tutores, no. Si a esto se añade la falsa sensación de seguridad que representa que todo se haga desde casa, tenemos una bomba de relojería entre manos.

Llevo tiempo hablando con mis amigos sobre la necesidad de que se formen para controlar, en la medida de lo posible, el acceso de sus hijos a las nuevas tecnología y en especial a Internet y las redes sociales. Durante la conversación, todos asienten y reconocen que tienen que ponerse a ello, pero a la hora de la verdad pocos o ninguno hacen nada por aprender. Ahora sus hijos no pasan de los 10 años y todavía son “controlables”, pero dentro de un par de años, con la excusa de los trabajos para el colegio y las relaciones con otros compañeros y compañeras de clase, desarrollarán sus conocimientos tecnológicos de forma exponencial al aprendizaje de los mayores, que son los que deben cuidar y velar por ellos. Al explicar a los adultos mi punto de vista en este problema, la respuesta más repetida es que llegan cansados del trabajo y no les apetece ponerse a ello. Otra respuesta frecuente es que no les interesan los ordenadores o que no los entienden.

Parto de la base que cada ser humano tiene una forma de ser diferente a los demás, tanto adultos como menores. Que en la misma situación un grupo de menores actuará de tantas formas diferentes como sea el número de elementos que integran el grupo y ocurre lo mismo con los padres. Pero son estos últimos los que deben educar y proteger a sus hijos ,y si para ello han de dejar de lado sus reposos en el sillón de casa tras una dura jornada de trabajo, se siente, hay que ser consecuente con el compromiso adquirido al traer a un ser humano a este mundo.

Como podemos leer en protecciondemenores.org, hay que conocer los riesgos y explicárselos a los menores. No sirve de nada que el adulto tenga claro que debe limitar el acceso a ciertos servicios de Internet al menor cuando al ser preguntado por dicha actitud el adulto contesta con “a ti no te importa” o “eso es de mayores”. Hay que tener presente lo dicho más arriba, los menores son esponjas, seres curiosos por naturaleza, y basta con que se les niegue algo para que lo quiera. Si se explican las cosas de la forma más cruda y realista posible, lo entenderán y no tendrán ese gusanillo maligno incitándoles. Encuentros inapropiados, divulgación de datos personales a través de las redes sociales, blogs o chats, acoso o bullying, sexting, exposición a contenidos inapropiados (pornografía, violencia, terrorismo, consumo de drogas, incitación a la xenofobia, etc) son los grandes peligros a los que se enfrentan los menores y los adultos en la red. Siempre se nos olvida que hemos sido niños y lo que hacíamos, pero lo más curioso es que casi ningún adulto reconoce haber hecho “trastadas” o haber llevado la contraria a los mayores. Increíble, pero cierto.

Una vez soltado el rollo inicial, vamos a ver qué recursos tenemos para hacer frente a las amenazas que encontramos en Internet para nuestros menores.

Para empezar creo que lo mejor es que los adultos se dediquen a estudiar en profundidad, sí, estudiar, qué son las redes sociales y las aplicaciones que conforman dichas redes y que utilizarán sus retoños. En este primer contacto basta con acudir a la wikipedia.es o a google.es para encontrar alguna definición sobre lo que son las redes sociales, Facebook, Tuenti, Twitter, LinkedIn, Ping, Google+, Messenger, Yahoo, Skype, chat, correo electrónico, blog, etc.

Una vez que comprendamos con qué estamos tratando, vamos a pasar a centrarnos en sitios que nos informan más detalladamente de los riesgos con los que se van a encontrar los menores en todas esas aplicaciones y sus posibles antídotos. Por ejemplo tenemos seguridadweb20.es. Dentro de esta página nos encontramos con información sobre las redes sociales en general y las más comunes entre los jóvenes. Como añadido tenemos unas secciones para los MMog (juegos multijugador online) y el P2P. También hay diversos estudios sobre diferentes aspectos del problema.

En osi.es tenemos más de lo mismo, con juegos para saber si realmente se han comprendido los riesgos y se ha asimilado la forma de evitarlos, además de útiles gratuitos para proteger a los usuarios y al ordenador de los peligros de Internet. Es posible realizar consultas por diversos medios, incluida la consulta telefónica.

Inteco.es, Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación, participado por red.es y que tiene por objetivo contribuir al desarrollo de la Sociedad de la Información. Hay mucha información para profesionales además de realizar investigaciones, acciones formativas y prestación de servicios en su ámbito. Tienen una sección para los menores que es de obligada visita y consulta, dividiéndola en dos: padres y educadores y menores. Ofrecen unas guías, juegos y consejos de fácil asimilación.

Protegeles.com, información seria y detallada. Referencia a otras webs con la misma temática y facilitan diversas formas de denuncia y contacto.

Por último, para no agobiar mucho a los padres y tutores, menciono la sección de seguridadenlared.org/menores de la Asociación de Internautas, en la que se pueden encontrar consejos muy claros sobre los diversos aspectos de la protección de los menores en Internet.

Una vez se tengan claros los riesgos a los que se ven expuestos los menores primero hay que sentarse a hablar con ellos y explicarles lo que puede ocurrir si no guardan unas mínimas normas de comportamiento a la hora de usar Internet, para pasar a aprender el uso de las herramientas que vienen implementadas en cada sistema operativo conocidas como controles parentales, que van a permitir limitar el riesgo. En este campo también hay abundancia de información, y no es el objetivo de este artículo explicar su configuración, por lo que únicamente pondré este link http://geeksroom.com/2011/06/control-parental-de-los- sistemas-operativos/50604/ que facilita información sobre la configuración de los controles parentales en Windows 7 y Mac OSX 10.6.

Los niños/menores son esos seres bajitos que se mueren de curiosidad por todo y que a la que te descuidas te dan lecciones de la vida. El tiempo pasa y los adultos debemos concienciarnos que hay que protegerlos aunque para ello debamos renunciar a nuestro sillón favorito o a otros hobbies, por lo que hay que “ponerse las pilas” hasta que tengan la suficiente madurez para hacerlo por ellos mismos. No es difícil, simplemente hay que poner un poco de interés, recuperar la curiosidad infantil que un día tuvimos e investigar.

Nota: que no se me enfaden los adultos, pero mi experiencia me indica que cada cierto tiempo hay que azuzarlos para que se hagan cargo de la situación.