Alfombrillas: el retorno, por Alf

La alfombrilla para el ratón de ordenador es un elemento curioso. Para mi ha pasado de ser imprescindible a repudiarla como a algo pernicioso, y ahora vuelvo a estar enamorado. Os cuento cómo ha sido la trayectoria.

He usado prácticamente todos los ratones de Apple. Debo ser de esa rara especie que simplemente se adaptaba a lo que traía el ordenador y no necesitaba más. Incluso mi viejo portátil PowerBook (sí, con PowerPC) lo uso sin ratón, sólo con el trackpad. Algo que sé positivamente que mucha gente es incapaz. A mi me da igual. Me da igual la forma, siempre que entienda lo que hace.

Así que, allá por cuando empezamos en esto de la informática los abueletes que aún nos molestamos en escribir nuestras ideas -es decir, que aún no hemos llegado a esa edad en la que ya nos da igual todo- los ratones tenían bola. No, no me refiero a bola por la parte de arriba, para poder desplazarte arriba y abajo. Me refiero a que en vez de láser, tenían una bola que rodaba a medida que desplazabas el ratón, transmitiendo el movimiento a unos sensores que le decían al ordenador la dirección que pretendías tomar.

Pero al tiempo que la rueda giraba, también hacía de apisonadora para toda la porquería, polvo, pelos, piel, etc. que reside en las mesas de trabajo. Sí, no la ves porque no te acercas, pero te aseguro que somos unos auténticos esparcidores de residuos allá donde estemos.

Durante toda aquella época, las alfombrillas de ratón eran un elemento imprescindible de la mesa informática. Precisamente para intentar aislarlo de la suciedad y para ofrecer una superficie que permitiera desplazarlo de manera óptima.

Había alfombrillas de todo tipo: las que tenían un calendario, las que tenían almohadilla para reposar la muñeca mientras manejabas, y por supuesto, se convirtieron en el vehículo perfecto para promocionar todo tipo de cosas: películas, tiendas de coches, periódicos… todo el mundo tenía su alfombrilla promocional, junto con los mecheros (otro sector en decadencia), los bolígrafos y los llaveros.

Con el tiempo cogías cariño al ratón y a su “toilette”, su aseo. Cada cierto tiempo tenías que desmontar la parte inferior del ratón y limpiar los rodamientos para recuperar el control sobre la dirección en que se movía el puntero. Claro, bola y rodamientos se desgastaban con el uso, así que era inevitable renovar el ratón -casi siempre mucho antes que el ordenador.

Momento abuelo on

¡Es que los ordenadores de antes no se hacían como los de ahora! ¡Aquellas sí que eran máquinas hechas para durar y no esto… ahora dura más el ratón que el ordenador!

Momento abuelo off

Pero el tiempo trajo los ratones láser. Lo que en aquella época eran dispositivos de precisión de alta gama, han acabado siendo lo normal y ya nadie -que yo sepa- usa un ratón de bola (inferior).

Pero el láser eliminó las alfombrillas. Los dibujos de las mismas hacían que el puntero se volviera loco y desaparecía de su ubicación para reaparecer en la otra punta, o se desviaba de su trayectoria sin razón aparente.

La mejor alfombrilla resultó ser un folio blanco, que además permitía que tomaras notas en él y podías reemplazarlo cada día, si querías.

Y así aprendí a vivir sin alfombrilla. Y sin echarlas de menos. En mi cabeza ya estaban en el mismo cementerio que los diskettes, el conector ADB o el SCSI.

Cuando me compré mi mesa de despacho, me fui al IKEA y me compré un “salvaescritorios”: una especie de tapete rígido de cuero pegado sobre una chapa metálica, que protege la madera del roce, el sudor y los arañazos del teclado y el ratón.

Durante varios años me ha funcionado bien, o eso creía. Hasta que mi amigo Eric Chulot me regaló una alfombrilla (sí, también me dio otras para vosotros, que próximamente sortearemos -de nada, para eso estamos).

Debo reconocer que las palabras de Eric se han cumplido:

– la pila del ratón dura considerablemente más.

– el Magic Mouse (y cualquier otro, por supuesto) se desliza perfectamente

– la precisión ha mejorado gracias a los microcristales de la alfombrilla.

La verdad es que ya me he acostumbrado a tener delante esta isla blanca que se ve en la fotografía, y -aunque sé que podría seguir usando un folio- no cabe duda que si me la quitaran la echaría de menos… y ¡hasta me acabaría comprando una!

¿Vosotros usáis alfombrilla?