Web 2.0. El usuario servil, por Adolfo Estalella

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  • Una de cada mil visitas a YouTube (1/1.000) es para subir videos.
  • 999 de cada 1.000 vistitas a YouTube es para ver videos (datos de Hitwise).
  • Un 13% de los usuarios de servicios de video en Internet suben videos.
  • Un 87% de los usuarios de servicios de video en Internet sólo consumen videos (datos del Pew Internet and American Life Project).

¿Es posible caracterizar un colectivo con esas características como participativo?

Una de las principales enseñas del discurso hegemónico de la Web 2.0 es que se trata de una web participativa. ¿Si? Que en esa-cosa-llamada-web-dos-punto-cero el usuario es el rey, el centro del sarao. Así es como titula Ismael Nafría, subdirector de contenidos de Prisacom (empresa responsable de El Pais.com) el libro que acaba de publicar: ‘Web 2.0. El usuario, el nuevo rey de Internet’. “El usuario antes era un simple consumidor, ahora es creador”, ha dicho en una mesa redonda celebrada en Barcelona que ha compartido con José Antonio del Moral y varios otros empresarios.

El usuario manda, el usuario es el rey. Ese es el lema del discurso hegemónico de la Web 2.0. Pero los datos muestran todo lo contrario. Tomemos el segmento del video: apenas un 10% de los usuarios participa activamente, sólo un 13% deja comentarios o vota videos (según el Pew), así que casi el 90% de los usuarios restantes sólo los ve. Consume videos.

Lo que tenemos es un usuario pasivo frente al PC. Frente a un PC cada vez más parecido a una televisión. Y aquí no hay ningún juicio de valor. No digo que eso sea bueno ni malo. Sólo digo que esa idea de que estamos ante una Web caracterizada por la participación no tiene sustento empírico.

El problema principal de estos análisis proviene de la evidencia que cualquiera de nosotros tiene al encontrarse con esas tecnologías. Una evidencia encarnada e inmediata. La que podemos experimentar en nuestra propia carne: basta con acercarse a YouTube, a la Wikipedia Flickr o cualquiera de esas enseñas de la Web 2.0 para comprobar las capacidades que te brindan. Puedes subir videos, ver los que otros desconocidos han publicado, dejar comentarios… publicar fotos, editar artículos, usarlos, publicarlos de nuevo… Resulta difícil resistirse ante una evidencia de ese tipo. Ni siquiera yo puedo resistirme al encantamiento de los blogs, al de mi propio blog. Y así, el discurso hegemónico de la Web 2.0 tiene un argumento inapelable, sugerente y fascinante entre sus manos.

Sin embargo, las promesas individuales que cada una de estas tecnologías ofrece no pueden tomarse como la realización necesaria de un nuevo orden. Es decir, que una cosa es que esas tecnologías nos ofrezcan determinadas posibilidades (dejando aparte el análisis de qué es exactamente lo que nos ofrecen y en qué condiciones) y otra muy diferente el orden que se construye a través de esas tecnologías.

Y para ver cuál es el orden, no basta con generalizar a partir de las posibilidades de la tecnología. Lo que encontramos en la Web 2.0 es la producción de un nuevo usuario pasivo a través de esas tecnologías. No es que sean ellas las (únicas) responsables, la causa. No, no es eso. Nos convertimos en usuarios pasivos en nuestro encuentro con esas tecnologías. No apunto ahora a las causas de que eso ocurra (ya participamos en otros sitios, no tenemos nada que decir, no pensamos que merezca la pena, etc.). No, no hablo de motivaciones, ni de valores, sino de hechos.

Los hechos muestran que los colectivos de la Web 2.0 son, mayoritariamente, colectivos de consumidores pasivos. Usuarios serviles.

De manera que el discurso hegemónico de la Web 2.0 festeja una realidad ficticia, que no está ahí. Decide iluminar únicamente aquello que le interesa: la participación, un aspecto del que como mínimo se puede decir que es marginal. Y en este discurso eluden aspectos fundamentales de ese nuevo orden que se está construyendo en Internet. Con todos nosotros atrapados en él. Ahí van unos cuantos puntos:

Los hechos muestran que los colectivos de la Web 2.0 son, mayoritariamente, colectivos de consumidores pasivos. Usuarios serviles.

I) Concentración empresarial.

La concentración empresarial que se está produciendo en torno a un puñado de empresas que comienzan a controlar el tráfico de Internet tiene implicaciones claras:

Aumento de las capacidades de control centralizado de los contenidos y prácticas de los usuarios.

Monocultivo cultural. Son las empresas estadounidenses las que están colonizando la Red, la influencia cultural de los Estados Unidos se intensifica. Un ejemplo son las normas de uso que estas empresas establecen, con una concepción de la ‘decencia’ muy a menudo contraria a lo que en Europa o en España entendemos por ‘decencia’.

Mercantilización de los espacios de Internet, gestionados por grandes conglomerados empresariales: Google, Yahoo!, Microsoft, etc. La Red es un gran centro comercial ahora, nada de un ágora pública. Y esto era algo que durante cierto tiempo se señaló como problemático pero ahora parece no importar.

II) Reducción de la libertad de expresión.

Las leyes de derechos de autor se están endureciendo desde hace varios años en todos los países del mundo. La centralización del control permite excluir fácilmente aquellos contenidos que violan los derechos de autor. Pero, ¿qué pasa cuando es necesario poder publicar los contenidos de otro para poder realizar una crítica, o un análisis, etc.?, ¿son más importantes los derechos de autor que la libertad de expresión y la participación de los ciudadanos en la cultura y el debate público?

Pero lo más importante del análisis de la Web 2.0 es el análisis de las prácticas de los usuarios: ¿cuál es el resultado del encuentro de los ciudadanos con esas tecnologías?

III) Un nuevo usuario pasivo.

El resultado es la producción de un nuevo usuario pasivo, un usuario que en una de cada mil visitas sube un video, y que en el resto de las 999 sólo lo ve. Es más, sólo un 13% de los usuarios hace eso. El otro 87% de los usuarios simplemente ve video en 1.000 de cada 1.000 visitas. Hablamos de un usuario (vosotros, nosotros, yo) que no edita la Wikipedia sino que la consume, que no escribe blogs sino que los lee, que no publican video sino que los ve. Que ve videos no de otros usuarios sino de los canales convencionales (noticias, cadenas de televisión, deportes, etc.). Un usuario que es instrumentalizado al servicio de estos grandes conglomerados. Esa es la Web 2.0 del usuario servil.

Un artículo de Adolfo Estalella en Contexto

Este artículo se publica con una licencia Creative Commons de tipo ‘Reconocimiento-Compartir con la misma licencia’, para conocer las condiciones ir a: http://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.5/es/

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